Muchas veces se nos suelen escapar trenes, tranvías, guaguas,…
Todo por caminar despacio pensando y distrayéndose en otras cosas, por pararse
a hablar largo y tendido con algún viejo conocido, por dejarlo todo para el último
momento, para cuando el reloj marca el 59:56.
Soy una experta en la pérdida de trenes, sobre todo cuando
se trata de algunos de máxima urgencia. No me queda más que hacer que sentarme
a esperar al siguiente, que seguramente no será tan bueno como el primero, pero
igual tiene alguna ventaja.
Mi mayor logro ha sido perder trenes por cuestión de
segundos, suelo entretenerme demasiado mirando las nubes, sacando arena de mis
bolsillos, o mirando como el sol se pone a lo lejos y tinta los cielos de
rosas, naranjas, amarillos…
A veces también paso las horas escuchando música, muchas
veces la misma canción, una y otra vez, la primera vez cantando la voz
principal; la segunda, la segunda voz; la tercera, los coros…Y así hasta que
puedo escribir la partitura de memoria y sólo de oírla dentro de mi cabeza.
También me ocupa tanto tiempo, porque a veces dejo que suene y me dedico a
dejar la vista perdida y pensar en cosas que nunca pasaron y podían haber
pasado, como aquel beso que nunca llegó, como ese abrazo que se quedó en una simple
palmadita en el hombro.
Otras veces, me dan escalofríos, pero lo que es más
frecuente es que me apetezca salir corriendo, correr y correr hasta que mis
pulmones no puedan más, y desplomarme dónde quiera que esté, pero ese impulso
siempre acaba en un simple balanceo de piernas. Misteriosamente, ese impulso me
ha aparecido más veces últimamente, cuando voy caminando, cuando estoy
bailando, y adivino que también durmiendo, ya que suelo soñar que corro y corro
buscando algo o alguien.
Lo más probable, es que esos impulsos se den porque mi
subconsciente me esté mandando una señal, que quiera decirme que no puedo
quedarme ahí, sentada, esperando a que mi tren llegue. No puedo esperar a que
el destino venga y me enseñe el camino que he de seguir. Tengo que levantarme,
y caminar, caminar hasta conseguir llegar al sitio deseado, cueste lo que me
cueste, pero sé que el sentimiento al final será maravilloso, porque sé que he
luchado para conseguirlo, porque sé que tanto esfuerzo al final ha valido la
pena.
Muchas veces se me suelen escapar trenes, tranvías, oportunidades. Y seguro que yo no soy la única.
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