Apenas me queda aire en los pulmones, respiro entrecortadamente mientras todo a mi al rededor da vueltas. Se me sale el corazón por la boca y se me embosta la cabeza. No puedo seguir corriendo, no puedo seguir caminando. Las piernas ya no responden, noto como tiemblan y no aguantan mi peso. Me desvanezco y el suelo está cada vez más cerca de lo que me gustaría. Toda la carga que llevaba antes sobre la espalda ahora me aplasta contra el suelo, y oigo esa vocecilla aguda que lleva semanas sentada en mi hombro, decirme un "te lo dije".
Miro al rededor y todo lo que veo es claridad, un espacio en blanco del que no puedo distinguir nada. Camino lo más deprisa que puedo creyendo que puedo encontrar el final. Me rindo.
Hace frío, y no se oye nada, ni si quiera el ruido de mis pisadas contra lo que creo que es el suelo. No puedo seguir caminando, las piernas no me responden, no puedo moverme más, ni si quiera puedo gritar. Estoy bloqueada, otra vez.
Miro al rededor y todo lo que veo es claridad, un espacio en blanco del que no puedo distinguir nada. Camino lo más deprisa que puedo creyendo que puedo encontrar el final. Me rindo.
Hace frío, y no se oye nada, ni si quiera el ruido de mis pisadas contra lo que creo que es el suelo. No puedo seguir caminando, las piernas no me responden, no puedo moverme más, ni si quiera puedo gritar. Estoy bloqueada, otra vez.
Pulso acelerado. Respiración entrecortada. Piernas que flaquean. El suelo de nuevo