Hola Lector,

Hola Lector,
quizá ya me conozcas, y quizá no. Quizá soy una chica del pasado que ya conociste, y quizá no. Puede que sea esa chica que se hacía llamar de otra manera, pero puede que no. Tal vez te sentiste identificado con las líneas que escribía, tal vez no. Quizá hice que los pelillos de tu cuerpo se erizaran al leer las palabras que escribía, y quizá no. Puede que te hiciese llorar, reír o quizá vomitar, o puede que no. También es probable que escribieses lo que pensaras sobre lo que intenté transmitir, y es probable que no. También podría ser la chica que cerró su queridísimo blog, pero a lo mejor no.

Puede que sea la primera vez que me leas, o puede que no.

martes, 18 de diciembre de 2012

White-ness.

Apenas me queda aire en los pulmones, respiro entrecortadamente mientras todo a mi al rededor da vueltas. Se me sale el corazón por la boca y se me embosta la cabeza. No puedo seguir corriendo, no puedo seguir caminando. Las piernas ya no responden, noto como tiemblan y no aguantan mi peso. Me desvanezco y el suelo está cada vez más cerca de lo que me gustaría. Toda la carga que llevaba antes sobre la espalda ahora me aplasta contra el suelo, y oigo esa vocecilla aguda que lleva semanas sentada en mi hombro, decirme un "te lo dije".

Miro al rededor y todo lo que veo es claridad, un espacio en blanco del que no puedo distinguir nada. Camino lo más deprisa que puedo creyendo que puedo encontrar el final. Me rindo.
Hace frío, y no se oye nada, ni si quiera el ruido de mis pisadas contra lo que creo que es el suelo. No puedo seguir caminando, las piernas no me responden, no puedo moverme más, ni si quiera puedo gritar. Estoy bloqueada, otra vez.


Pulso acelerado. Respiración entrecortada. Piernas que flaquean. El suelo de nuevo

jueves, 17 de mayo de 2012

Central Station.


Muchas veces se nos suelen escapar trenes, tranvías, guaguas,… Todo por caminar despacio pensando y distrayéndose en otras cosas, por pararse a hablar largo y tendido con algún viejo conocido, por dejarlo todo para el último momento, para cuando el reloj marca el 59:56.

Soy una experta en la pérdida de trenes, sobre todo cuando se trata de algunos de máxima urgencia. No me queda más que hacer que sentarme a esperar al siguiente, que seguramente no será tan bueno como el primero, pero igual tiene alguna ventaja.

Mi mayor logro ha sido perder trenes por cuestión de segundos, suelo entretenerme demasiado mirando las nubes, sacando arena de mis bolsillos, o mirando como el sol se pone a lo lejos y tinta los cielos de rosas, naranjas, amarillos…

Y no me queda nada más que esperar, esperar al siguiente, aunque sé que si corro, puedo hacer que pare, o más que sea, intentarlo. Pero no, me quedo ahí, sentada en los sucios bancos de la estación, mirando los grabados que parejas de enamorados han dejado allí durante el paso del tiempo: Borja y Jennifer para siempre; Fran y Bari por siempre; Pepe y Ana hasta el fin de los tiempos;...

A veces también paso las horas escuchando música, muchas veces la misma canción, una y otra vez, la primera vez cantando la voz principal; la segunda, la segunda voz; la tercera, los coros…Y así hasta que puedo escribir la partitura de memoria y sólo de oírla dentro de mi cabeza. También me ocupa tanto tiempo, porque a veces dejo que suene y me dedico a dejar la vista perdida y pensar en cosas que nunca pasaron y podían haber pasado, como aquel beso que nunca llegó, como ese abrazo que se quedó en una simple palmadita en el hombro.

Otras veces, me dan escalofríos, pero lo que es más frecuente es que me apetezca salir corriendo, correr y correr hasta que mis pulmones no puedan más, y desplomarme dónde quiera que esté, pero ese impulso siempre acaba en un simple balanceo de piernas. Misteriosamente, ese impulso me ha aparecido más veces últimamente, cuando voy caminando, cuando estoy bailando, y adivino que también durmiendo, ya que suelo soñar que corro y corro buscando algo o alguien.

Lo más probable, es que esos impulsos se den porque mi subconsciente me esté mandando una señal, que quiera decirme que no puedo quedarme ahí, sentada, esperando a que mi tren llegue. No puedo esperar a que el destino venga y me enseñe el camino que he de seguir. Tengo que levantarme, y caminar, caminar hasta conseguir llegar al sitio deseado, cueste lo que me cueste, pero sé que el sentimiento al final será maravilloso, porque sé que he luchado para conseguirlo, porque sé que tanto esfuerzo al final ha valido la pena.

Muchas veces se me suelen escapar trenes, tranvías, oportunidades. Y seguro que yo no soy la única.

martes, 28 de febrero de 2012

Punzadas.

Si como dice Barbijaputa, de verdad hay más de un universo y existe universos paralelos, en los que existen un yo y un tú, pero viviendo una historia diferente a la de este universo. Y si como dice ella, cuando a uno de mi yo's paralelos le pasa algo, el otro lo sufre, -"esa será la explicación de los infartos y muertes que no tienen ningún sentido"-, entonces ya entiendo por qué todo cambia sin explicación, será porque algún yo la habrá fastidiado, que seguro que en eso todos mis yo's coincidimos.

Me gusta pensar que uno de mis yo's te conoció antes y por ello tú apareciste una tarde en mi vida y nunca antes había sabido de tu existencia. Y también me agrada pensar que alguno de tus yo's pasó una tarde con un yo en la playa, y por eso a veces encuentro arenita en mis bolsillos o en mis zapatillas aunque haga meses que no vaya.

Y así, yo también le encuentro una explicación a esos dolores agudos que me dan en el pecho de vez en cuando. Será porque a alguno de mis yo's le acabas de romper el corazón, y por eso habrá veces en la que me enfado sólo con recordarte y luego esbozo una sonrisa, porque quizá a alguna otra yo la has llamado como tanto nos gusta.

Aún así, los dolores en el pecho continúan, por lo que pienso que, al fin y al cabo, ninguno de mis yo's está destinado a estar contigo, en cualquiera de los universos.

Pero supongo que, como ha hecho el hombre desde que el mundo es mundo, invento teorías, muchas veces contradictorias, sólo para comprender las cosas que no entiendo.


lunes, 13 de febrero de 2012

Es increíble como todo puede cambiar de un día para otro, en un instante, como se esfuma el amor de repente como si de humo se tratase, como pueden cambiar los sentimientos hacia alguien en cuestión de días. Como la distancia puede cambiar todo. Aunque no siempre siempre es así.

Como nos reducimos a recuerdos en fotografías.

Pensé que algo de tiempo podría alejarme de ti. Pensé que después todo iría volviendo a la normalidad poco a poco. En parte ha sido así, ¿no? Volvemos a ser los mismos desconocidos del principio. Yo la misma chica soñadora que intentaba hacer lo posible por salir de esta isla, la chica que se balanceaba en su silla de madera mientras sonaba la música, y tú... bueno, tú siempre fuiste tú. 


Mi kriptonita.