Hola Lector,

Hola Lector,
quizá ya me conozcas, y quizá no. Quizá soy una chica del pasado que ya conociste, y quizá no. Puede que sea esa chica que se hacía llamar de otra manera, pero puede que no. Tal vez te sentiste identificado con las líneas que escribía, tal vez no. Quizá hice que los pelillos de tu cuerpo se erizaran al leer las palabras que escribía, y quizá no. Puede que te hiciese llorar, reír o quizá vomitar, o puede que no. También es probable que escribieses lo que pensaras sobre lo que intenté transmitir, y es probable que no. También podría ser la chica que cerró su queridísimo blog, pero a lo mejor no.

Puede que sea la primera vez que me leas, o puede que no.

jueves, 17 de mayo de 2012

Central Station.


Muchas veces se nos suelen escapar trenes, tranvías, guaguas,… Todo por caminar despacio pensando y distrayéndose en otras cosas, por pararse a hablar largo y tendido con algún viejo conocido, por dejarlo todo para el último momento, para cuando el reloj marca el 59:56.

Soy una experta en la pérdida de trenes, sobre todo cuando se trata de algunos de máxima urgencia. No me queda más que hacer que sentarme a esperar al siguiente, que seguramente no será tan bueno como el primero, pero igual tiene alguna ventaja.

Mi mayor logro ha sido perder trenes por cuestión de segundos, suelo entretenerme demasiado mirando las nubes, sacando arena de mis bolsillos, o mirando como el sol se pone a lo lejos y tinta los cielos de rosas, naranjas, amarillos…

Y no me queda nada más que esperar, esperar al siguiente, aunque sé que si corro, puedo hacer que pare, o más que sea, intentarlo. Pero no, me quedo ahí, sentada en los sucios bancos de la estación, mirando los grabados que parejas de enamorados han dejado allí durante el paso del tiempo: Borja y Jennifer para siempre; Fran y Bari por siempre; Pepe y Ana hasta el fin de los tiempos;...

A veces también paso las horas escuchando música, muchas veces la misma canción, una y otra vez, la primera vez cantando la voz principal; la segunda, la segunda voz; la tercera, los coros…Y así hasta que puedo escribir la partitura de memoria y sólo de oírla dentro de mi cabeza. También me ocupa tanto tiempo, porque a veces dejo que suene y me dedico a dejar la vista perdida y pensar en cosas que nunca pasaron y podían haber pasado, como aquel beso que nunca llegó, como ese abrazo que se quedó en una simple palmadita en el hombro.

Otras veces, me dan escalofríos, pero lo que es más frecuente es que me apetezca salir corriendo, correr y correr hasta que mis pulmones no puedan más, y desplomarme dónde quiera que esté, pero ese impulso siempre acaba en un simple balanceo de piernas. Misteriosamente, ese impulso me ha aparecido más veces últimamente, cuando voy caminando, cuando estoy bailando, y adivino que también durmiendo, ya que suelo soñar que corro y corro buscando algo o alguien.

Lo más probable, es que esos impulsos se den porque mi subconsciente me esté mandando una señal, que quiera decirme que no puedo quedarme ahí, sentada, esperando a que mi tren llegue. No puedo esperar a que el destino venga y me enseñe el camino que he de seguir. Tengo que levantarme, y caminar, caminar hasta conseguir llegar al sitio deseado, cueste lo que me cueste, pero sé que el sentimiento al final será maravilloso, porque sé que he luchado para conseguirlo, porque sé que tanto esfuerzo al final ha valido la pena.

Muchas veces se me suelen escapar trenes, tranvías, oportunidades. Y seguro que yo no soy la única.

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